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La tristeza llega a las cuatro de la mañana

La tristeza llega a las cuatro de la mañana

El pueblo donde vivo, o quiza malvivo, es un lugar situado en alguna parte de la costa catalana. A nivel del mar, es completamente plano y antes de ser un pueblo habitable era un pantano. Vivo sobre tierras pantanosas. De arenas movedizas. Y eso se nota sin duda en el carácter pratense, en la forma de proceder de todos los habitantes de este pueblo que llevamos anclados, con el fango hasta las rodillas, toda la vida.

Siempre veo características comunes entre los artistas malditos del barrio. Quizás donde vosotros vivis tambien sucede, pero me da a mi que es exclusivo de estas tierras que nos tienen encadenados. Aquí se oyen de los demás y de mi interior a menudo las mismas frases: "cuando estare bien", "quiero hacer algo", también "cuando cambiaran las cosas" y demás insatisfacciones relacionadas con la búsqueda eterna de una salida de estas fronteras.

Yo por mi parte llevo algunos días en un estado de calma embriagadora. Algo indolente. Me siento en armonía con las cosas, con los objetos, con las personas. No pienso en lo que tengo que hacer, ni me planteo nada. Mi cerebro no trastea mis emociones. Y me hace pensar en que todo es circular en realidad. Y que la calma, como todo, se irá por donde vino, y luego llegará la inquietud, la tormenta, una época alegre, otra indiferente, y puede que incluso apatía. Después volveré a la calma y todo seguirá su curso. Porque eso es la vida, o eso creo yo.

Así que pienso, siento, lo inútil de la búsqueda eterna. De la felicidad, de la movilidad, de los sueños. Como si nosotros fueramos dueños de esa labor. Y considero que en absoluto lo somos, al menos no al cien por cien.

En estos días de tranquilidad simbólica y cambiante, me viene sucediendo lo mismo cada día. De repente me invade sin avisar, solo por unos minutos y sin explicación aparente, una tristeza sin llanto. Aparece cada vez a la misma hora como un reloj de sol infalible: a las 4 de la mañana. Por un momento el mundo se viene abajo, y las piernas se me hunden del todo en el fango sin posibilidad de escape.

Entonces se me pasa. La tristeza desaparece. Y me echo a dormir. Y vuelta a empezar.

3 comentarios

Maktub -

El título del post es realmente genial.

Me encantó.

Besazo!

juliA -

hola hola!!yo hace poco te lei...pero ultimamente estoy de un vago para firmar...buuuf!! Mi cumpleaños es el 12!! :))) y el tuyo? prontito prontito...jiji.

me encanta quejarme via blog, es un vicio!!jajaja

besazo!

Sergio -

Tal vez en esa búsqueda sea donde se encuentra el secreto para poder dormir incluso a las 4 de la mañana... Sólo los sabios llegan a la conclusión de que la búsqueda te costará la vida, pero el mundo siempre fue de los impacientes.
Besos.