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atravesdelespejo

La insoportable levedad del ser

La insoportable levedad del ser Hace un par de días estuve en mi futura facultad acabando de formalizar mi matricula. No tenía gran cosa que hacer y decidí pasear un rato. Mi nuevo campus es realmente bonito, hay algo sedante en el ambiente de esa facultad, lógico por otra parte, porque está en cierta manera incrustada en la montaña. (Barcelona tambien tiene montaña, jejej). Solo se oía grillos, era por la tarde y el sol comenzaba a doler menos en la piel. Al lado de la facultad hay un parque, precioso, en el cual hay un laberinto, real, y decidí volver a entrar ahí después de, me di cuenta, años. Fue un instante solo, metida en el laberinto, sin más compañía de mi cámara digital, cuando pensé en lo pequeños y efímeros que somos en realidad. Leves, como el titulo del post (novela de Milan Kundera), en cierta manera insignificantes frente a lo grande, inmenso del universo y, por qué no, de la naturaleza. Me sentí abrumada por esa sensación. Si pensamos en todo lo que hay en el mundo, lo que el hombre ha construido, la cantidad de estrellas y planetas que pueblan el universo, el cielo, las nubes, los fenómenos metereológicos incontrolables, la posibilidad de que exista otro mundo, donde otra persona estará dentro de un laberinto pensando en lo pequeña que es, nuestros problemas quedan, en cierta manera reducidos bajo la inmensidad de un universo incognoscible creado de una manera inexplicable. Después de dejarme abrumar por este pensamiento me imaginé que estaba dentro de un cerebro estando en el laberinto. Me imaginé que era el mio. En ese momento comenzó una leve, levisima angustia. No encontraba la salida, no encontraba la salida de mi mente. Algo me bloqueaba o me nublaba. Siempre hay algo, por claro que sea el laberinto, por sencillo (derecha o izquierda), siempre hay barreras autoimpuestas.
Al día siguiente (ayer) tuve de nuevo similares sensaciones. Después de estar un rato en la playa, y cuando aun me quedaba cerca de dos horas para quedar con J., estuve paseando por un cementerio realmente bello que hay cerca de la playa. Di un breve paseo, lo sufieciente para volver a pensar en lo del dia anterior, y conmoverme por que en un lugar tan pequeño se pudiera concentrar tanto dolor y de tanta gente diferente. Es extraño. Tanta paz y desasosiego, y dolor a partes iguales. Para mi es todo esto la insoportable levedad del ser.

2 comentarios

Ernesto -

hola marta, yo también llego un poco tarde a felicitarte el santo (cachis). ya hace un tiempo que te sigo desde este otro blog pero todavía me quedan artículos antiguos por leer porque me gustan mucho :) además de encantarme los cómics de calvin y hobbes, hay muchas cosas con las que me identifico, y creo tiene mucho mérito que mantengas tu blog y te rindas a las dificultades del cyber. A ver si leyéndote a ti se me pega algo porque me cuesta muchísimo escribir. mucha suerte en la facultad, no veas la envidia que me das, mi campus en diagonal no era nada interesante y se echaba mucho de menos un buen trocito césped para estar con los amigos :)

dragonfly -

A veces si, nuestra mente es el mayor de los laberintos...
Uaaa! Tu uni tiene parque y hasta laberinto!!! Como mola...
Me encantas estos post tan tuyos y tan profundos....
Besotes y feliz santo, con retraso (como siempre)